miércoles, 16 de abril de 2008



KEMENTARIS
EL REY Y LAS DOS RAMITAS DEL ÁRBOL NEGRO
Tres Hechiceras vinieron desde el oeste y un joven príncipe con ellas.
Conocidas entre los Grandes Señores era la fama que arrastraban desde lejos, pacientes habían sido en cuanto a su deambular en tierras del Oeste. Pero la mayor de las Hechiceras sabía que ya no había más que hacer en aquellas tierras, pues algunas culpas pendían sobre su cabeza y salió con rumbo a otras tierras antes de que alguien pidiera cuentas de ellas, fue en ese deambular que forjó alianza con la Bruja del Sur.
Prueba de lealtad de la Mayor de las Hechiceras hacia la Bruja fue darle muerte al Fiel Guerrero, y cumplió muy bien su cometido tal como la Bruja se lo había pedido.
Creyendo en todas las cosas que se decían de la Dama del Bosque pensaron que sería fácil para ellas entrar en sus dominios y quizás derrotada y sola, someterla de algún modo, mas no sabían que ella jamás esta sola.
Y se adentraron el los dominios del Bosque Obscuro y con cierto temor pusieron un pie delante del otro, pues nadie impedía su paso, lo cual no esperaban, esto les brindó confianza y siguieron yendo a lo profundo, y llegaron al punto en el que el día parece noche y apoyada sobre un frondoso árbol de obscuro follaje se encontraba un espada en su funda. Se acercaron con cautela y la tomaron. Bajo la densa obscuridad que caía sobre ellos como asfixiante bóveda retiraron lentamente la funda dejando al descubierto la hoja de la espada. Tenues brillos tornaron lentamente la hoja en perfecto espejo capaz de reflejar el más mínimo detalle. Nadie sabe con certeza que vieron reflejado en ella al colocar sus rostros en frente, pues solo se les vio dejar rápidamente los dominios del Bosque Obscuro para nunca más intentar un regreso. Pero luego de esto ocurrió algo que la Dama del Bosque no esperaba.
Alguien con quien ella no contaba se adentro en el Bosque Obscuro, llegando hasta sus mismas estancias, aún delante de ella.
El Rey del Castillo Negro el dominio permanente de la Bruja del Sur llegó a estar frente a la Dama del Bosque.
_No eres tu quien debería estar aquí, de frente a mi…
_Yo llevo la corona de ese reino, es mi voz la que debería oírse en cada rincón del Castillo Negro y si la muerte de tu fiel Guerrero se forjó dentro de los muros de mi casa yo soy tan responsable como aquel que le dio muerte con su mano a tu fiel Guerrero.
_A que has venido ahora cuando toda alianza está rota, por la traición del Guerrero Bufón al permitir que extinguieran la vida de mi guardián del Castillo de los Iluminados a quien había dejado a su cuidado?
_Vengo a ti a pagar por la vida de tu Guerrero.

Y el Rey metió su mano dentro de sus gruesas vestimentas y sacó de entre ellas dos ramitas.

_Tomad estas ramitas del Árbol Negro, la herencia imperecedera de mi casa, mi único y gran valor, solo tu sabrás extraer de ellas el poder de la vida para que nada de lo que invertiste ni de lo que entregaste se dé por perdido.
_ De lo que me das, solo tú y yo sabemos, el gran valor que posee. No era necesario para ti venir hasta acá para ésta entrega, pero lo agradezco. Si bien la existencia de mi Guerrero no tiene precio, aprecio tu acto de nobleza al tratar de mirar su muerte como la verían mis ojos. Mira aquí tengo la espada Kementaris la que guarda un secreto en su brillo. Decidle al Bufón que su resplandor puede devolverle la vista pues a pesar que conozco lo profundo de su corazón como muy bien él sabe también se que muchos le rodean, hombres y sombras que en ocasiones le impiden ver el camino de vuelta. Decidle que aquí permanecerá la espada, aquí en lo profundo del Bosque Obscuro que puede venir por ella pues yo me marcharé por un tiempo, abandonaré mis estancias para luego volver con otra historia y así se forjarán nuevos libros para mis guerreros.
Y se retiró el Rey del Castillo Negro de enfrente de la Dama y esa misma noche ella abandonó el Bosque Obscuro.
Para ese entonces una noticia cruzaba la comarca El Guerrero Juglar había regresado y no encontró vestigio alguno de la Dama del Bosque ni de quien fuera su compañero de armas el Guerrero Bufón.
Y Dama del Bosque no hizo ningún esfuerzo por encontrarse con el Juglar, y esperó que la lógica propiciara un encuentro entre el Bufón y el Juglar pues pensaba que a pesar de todo el Bufón no debía quedar solo en esta historia.
Y el Señor Gorán le brindó refugio a la Dama del Bosque en las Tierras Altas y allí forjó alianza con él hasta el final de los tiempos.
Mientras, en lo Profundo del Bosque Obscuro se puede ver de vez en cuando un extraño resplandor que espera paciente hacerse tan brillante como el sol.
By Kementaris