jueves, 27 de noviembre de 2008
LAS CRONICAS DRAECONN
Extraño resultaba despertar cada mañana solo a esperar órdenes. Demasiado tiempo habían pasado en la guerra mas larga de la que mayoría de los hombres tenía memoria. Muchos habían muerto en esta gran guerra, tantos que de los que quedaban en pie pocos tenían a donde o con quien regresar.
Galius Draeconn y su hermano Thaeles, habían comandado desde muy jóvenes a los hombres de los clanes más numerosos del norte siendo tan hábiles y diestros como su padre el rey de Blaezkann llamado “el fiel”. Reconocidos en batalla, protegidos del General Manthus y de completa confianza del ahora rey único de todos los estados y reinos, Nheordann, los dos jóvenes esperaban junto a unos trescientos hombres órdenes en las llanuras de Brucai, estos trescientos eran los que habían preferido quedar al mando de los jóvenes luego de la última batalla ya sea por lealtad o por que la única familia que les quedaba eran sus compañeros de batalla.
Ya hacía tres meses que permanecían en las llanuras acampados esperando órdenes.
Pero la espera estaba por concluir.
Un jinete traía para los dos jóvenes hermanos un mensaje que les llevaría sin duda a un cambio radical de escenario.
El mensaje decía textualmente.
“De Manthus a mis jóvenes amigos
Galius y Thaeles Draeconn.
Como desearía estar con ustedes en este instante y abrazarlos, y festejar juntos la victoria que tanto luchamos por conseguir, libres del reino oscuro que nos oprimió por tanto tiempo y que consumió la vida de tantos de nuestros más fieles y queridos amigos entre ellos vuestro amado padre.
Sin embargo aunque el mal a perdido poder aún no ha sido por completo erradicado y requiero de vuestra ayuda. Muchos de los Carthagan se han escondido en las aldeas así como en las rutas y senderos escondidos en las montañas tratando de reorganizarse haciendo uso de sus artes oscuras para buscar nuevos aliados reclutando en sus filas aquellos débiles y desorientados por causa de esta guerra.
E encomendado a varios de los que ustedes conocen que lucharon con nosotros lado a lado enviándolos a distantes regiones para encontrar a los Carthagan donde quiera que estén para darles muerte, se que ustedes no querrán estar ajenos a esta nueva misión.
De todos modos dejo en sus manos la decisión de aceptar esta encomienda, pues conociendo sus habilidades requiero enviarlos a la región mas oscura, la región donde se inició todo lo que hasta ahora hemos vivido, las tierras negras de Brazzcrull.
Si aceptan, sepan que no les enviare solos, e arreglado que con ustedes vaya una persona de mi entera confianza que a estado conmigo todo este tiempo en las sombras, ayudándonos desde lo profundo, en silencio, protegiéndonos desde lo secreto, nuestro mejor espía tras las líneas de los Carthagan, aquel que ustedes conocen como Curull.
Mi fiel espía hace ya dos días que tomó el paso de Hur-mon y se dirige a las tierras de Debrannz del forjador de espadas, algo hay allí que atrajo la atención de los Carthagan. Entre mitos y antiguas artes el enemigo no desestimará cualquier cosa que les sea útil sea algo real o algo que subyugue por superstición.
Si deciden aceptar esta misión podrán alcanzarle a los pies del Cebralla la montaña de los laberintos, el estará a la espera de ustedes, envíen mi mensajero de vuelta con su decisión.
Que aquel a quien todas las cosas están sujetas les proteja, pronto nos veremos.
Su amigo y hermano.
Telric Manthus”
EL ENCUENTRO
Galius:
Dejamos atrás el campamento y una extraña sensación me invadió, no era miedo y sin embargo eso parecía, de pronto me sentí como hace unos años atrás, niños aún, sin saber muchas cosas, sin ver con claridad muchas otras, dejando atrás un hogar, un lugar seguro y sino, por lo menos conocido. Miré a mi hermano y los años se me esfumaron por unos instantes, salvo el instinto siempre alerta me volvía a la realidad, jóvenes aún, muy jóvenes, curtidos, mas no viejos, tampoco niños, años perdidos.
Tomamos una ruta poco conocida que nos llevaría en menos tiempo a nuestro encuentro con, “el fantasma”; para todos, llamado Curull, esto nos llevaría a pasar por lo menos una noche en los estrechos senderos del paso Muertho un lugar de escarpados desfiladeros.
La verdad es que no estaba muy seguro si quería seguir con todo esto, definitivamente algo había cambiado en mi esta guerra y no tenía claro si para bien o para mal o ambas, sin embargo tenía curiosidad, una gran curiosidad por conocer a aquel guerrero del que se contaban historias extraordinarias, un hombre que parecía tener poder sobrenatural cuyo rostro solo conocía Manthus, este mítico personaje nos había proporcionado ayuda e información estratégica pese a los riesgos; rescatando de la muerte a muchos de nuestros compañeros exponiendo su propia integridad, toda una leyenda.
Alcanzamos el paso en el tiempo fijado para ello y la ruta parecía intacta, perdida para la mayoría desde hacía mucho. Mientras íbamos sobre las monturas noté que mi hermano leía asiduamente un cuadernillo el cual yo no había notado antes.
Esa noche después de haber comido le volví a observar con aquel libro en las manos. A la luz de la fogata leía y repasaba lo anteriormente leído.
_Que tanto lees?
_Recuerdas a aquel hombre moribundo que encontré escondido en las ruinas de la torre de Roann?, se escondió allí protegiendo este libro. En su agonía no pudo decirme mucho, salvo, que me quedara con el, que me serviría para encontrar el códice. En el hay nombres extraños, dibujos y palabras en idiomas que no logro entender, también algunos mapas o algo así, marcas y señales, desde entonces lo llevo conmigo y sin embargo no le había tomado asunto hasta la carta de Manthus; los Carthagan, supersticiones y artes oscuras me hicieron recordarlo, mas aún cuando Manthus nos pide ir a las tierras de Debrannz el forjador de espadas y me puse a ojear este libro pues recordé haber visto unos dibujos de armas…
_Y..?
_ Y bien, sucede que el libro muestra que existen tres armas forjadas hace cientos de años por un elfo llamado Debrannz, son armas de un solo dueño, sin embargo no es el dueño quien escoge el arma, es el arma quien escoge a su dueño, son armas poderosas quien las posea podrá manejar ese poder.
_Que clase de poder?
_No lo sé, lo demás esta en un idioma que no conozco y el dibujo donde se encuentran el detalle de las mismas fue arrancado, solo quedó una parte de la empuñadura de una de ellas, mira, lo ves…?, al parecer las arrancaron con cierta rapidez o algo así.
_Que hay del códice del que hablaste?
_Es probable que en alguna parte de este libro diga como hallarlo y para qué sirve, eso sino no han arrancado aquella hoja también, sería interesante si encontráramos a alguien que pudiera leerlo.
_Cierto, quizás nuestro amigo Currull sepa algo…
No me di cuenta en que momento me quedé dormido aquella noche por consiguiente, lo que en realidad me parecía un sueño se me hizo muy real. Desperté sobresaltado, algo no andaba bien, no se si era el aire o el lugar o ese extraño resplandor allí afuera y simplemente me dirigí hasta el hasta que de pronto me fui de bruces.
Un dolor insoportable me hacía difícil pensar o por lo menos mantener una idea clara de lo que estaba pasando, estaba recostado entre algunas alforjas o más bien tirado allí, sentía un calor insoportable por dentro y mi sudor había mojado toda mi ropa como si una fiebre alta me hubiese atacado de pronto, confundido y débil trate de incorporarme, sentía mucho ruido a mi alrededor y personas que cerca de mi estaban pero no podía ver con claridad. De pronto, una voz conocida para mi_ “levántelo y tráiganlo a acá”_. La verdad es que me arrastraron hasta allá…
Me dieron algo de beber, se sentía muy extraño; poco a poco mi vista así como el resto de mis sentidos se fueron normalizando.
Cadheon era un hombre extraño, siempre lo fue, intimidaba realmente no por ser fiero sino por ser un tipo solapado, carente de simpatía natural, preocupado por ganar un nombre o estatus en esta guerra, dirigía a sus hombres sumergiéndolos en misticismos, rituales y todas esas cosas raras, sin embargo había luchado lado a lado con nosotros. Entre mi mente aún confusa recordé la carta de Manthus e inocentemente se la comenté…
_ Manthus no me ha enviado ninguna carta a mi, sin embargo si en algo te podemos ayudar…
_Para empezar no veo por ningún lado a mi hermano.
_Te encontramos solo e inconciente…no recuerdas nada…?
_Dónde es que me hallaron?
_En los laberintos de Cebralla, hace dos noches.
_Ya van cuatro días de que acampamos con mi hermano…
_Qué comisión tenían allí y con quién?
Tras esa pregunta noté que estaba hablando de más y guardé silencio aunque ya era algo tarde para eso.
_Es el espía verdad…?
Como pude me levanté tratando de marcharme de lugar y mientras lo hacía, Cadheon seguía inquiriendo.
_Es Curull… hablaste de él mientras dormías cuando la fiebre te consumía…
Hablar dormido…es la forma más humillante de delatarse…
_Te envenenaron, alguien quería tu muerte seguramente tu hermano sufrió lo mismo y yo creo que es ese tal Curull, nadie sabe de él, nadie lo ha visto jamás que tal si ahora nos traicionó, tiene el poder y los contactos para hacerlo que tal si es parte de los Carthagan ahora, vamos Draeconn yo te ayudare a matarlo.
Las cosas parecían calzar que tal si habíamos sido victimas de alguna trampa. Decidí volver al lugar donde me habían hallado para ver si encontraba alguna pista y decidí hacerlo solo, pese a la insistencia de Cadheon.
La caverna era estrecha y me aventure unos metros mas adentro…
Algo debía encontrar, no era posible que mi hermano simplemente desapareciera. Mientras avanzaba extrañas imágenes rondaban mi mente, las que me decían que no había sido precisamente yo estos últimos días.
La antorcha iluminaba de manera fantasmagórica la estrecha caverna. Buscando detalles que me dieran alguna pista, me llevo a mirar la posición irregular de algunas piedras sueltas en un costado, sin duda atrajo mi atención. Me incliné y descorrí algunas de su lugar, inmediatamente se asomo el libro que tan asiduamente leía mi hermano algunos días atrás. Sin embargo no duró mucho en mis manos, una sombra veloz que parecía venir del corazón de la profunda caverna con un destello metálico que punzaba en mi garganta no me dejó disfrutar mi hallazgo.
Una pesada capucha cubría gran parte de su rostro y la oscuridad del lugar cooperaba para que yo no distinguiera quien era; no decía nada solo me mantenía inmóvil con el filo de su daga y en silencio extendió su mano, claramente quería el libro, no me quedó nada mas que entregárselo. Lo tomó lo guardó entre sus prendas y por un segundo pensé que me diría algo pues me observó como quien quisiera descifrar de que bando estaba en ese momento, definitivamente algo me decía que no era primera ves que me encontraba con dicha sombra. Aquel extraño instante le significó una distracción la cual aprovecho una furtiva flecha que intentó clavarse en él pero que pudo esquivar justo a tiempo, por lo menos lo suficiente como para que esta solo rozara su brazo haciéndole huir del lugar como un verdadero fantasma.
No me extrañaba para nada que Cadheon me hubiese mandado a seguir, por el contrario me intrigaba, mas bien toda esta situación la cual sentía como un sueño con ribetes de pesadilla y más aún, me intrigaba no recordar prácticamente nada de dos días atrás y esta angustia que sentía cada ves que trataba de ubicar a mi hermano en toda esta maraña de acontecimientos.
Había notado su presencia desde que entré a los laberintos lo que no tenía presupuestado es que luego de la huída de la sombra me dirigiera una flecha a mi también.
_ Si Cadheon desea el libro deja de apuntarme con eso y ayúdame a seguirlo.
Comenzamos a seguirlo entre las cavernas.
_Si Cadheon te envió a seguirme quiere decir que conoces bien secreto de los laberintos, me equivoco?
_ No.
_ Entonces, lo más probable es que desee salir pronto de aquí pues supone que conocemos al igual que él este lugar. Tomara la ruta del Nauribio la beta negra a nuestra derecha en la pared.
La idea parecía genial, la ruta que la sombra había tomado tenía un bifurcación , llegando a ese punto lo lógico sería que tomara uno de los túneles y así tendríamos que dividirnos para seguirle y tener éxito, pero el sujeto no tenía por que pensar como yo lo estaba haciendo…, y, allí estaba, frente a nosotros, esperándonos. Sacó sus armas con toda delicadeza y elegancia, mas solo se mantuvo a la espera, pero mi improvisado compañero de cacería no era muy paciente…el destello metálico de su diestra daga dibujo una elipse frente a mi, pasando frente a mis ojos y luego regresando a su mano, y en le proceso cortando al instante la garganta mi de súbito extinto compañero.
Mi lentitud de reacción me estaba exasperando y sin embargo parecía tener sentido para él, guardó sus armas y aunque no decía una palabra su gesto me hacía entender que esperaba una señal en mí, inclinó la cabeza a su izquierda pero enseguida escuchamos un sonido de muchos hombres que provenía de uno de los grandes túneles y volvió a estar alerta, luego, algo saco de entre su prendas y me lo arrojó luego tomó uno de los túneles, su giro y tranco al entrar y perderse en el, dejó ver por un instante la brillante empuñadura de su espada e inmediatamente recordé lo que Thaeles me había mostrado en el codiciado libro, una de las tres espadas de Debrannz.
Me incliné para ver al que yacía inerte a mi costado y al mismo tiempo abrí mi mano para sorprenderme al encontrar el anillo de mi hermano. En el metal recortada la silueta del Dragón, Draeconn.
_ Ese maldito se burló de ti, mató a tu hermano y ahora te arrojó la prueba de ello a la cara, su sortija con el emblema de tu familia.
_ Dime cómo es que sabías del libro que llevaba mi hermano y para que lo quieres?
_ El libro te lleva al códice, el códice guarda los secretos antiguos de poderosas armas y utensilios creados por los elfos oscuros, estas tierras guardan las tres espadas creadas por Debrannz, las tres espadas tendrán que reencontrarse en algún momento tal hecho liberara su poder escondido… Curull desea las espadas son las únicas que pueden destruirlo por que él es un Carthagan, desea el poder de las tres.
_ Tu no Cadheon…, insisto, como sabías de el?
_No soy Manthus, no confío como él en un elfo oscuro…necesito el poder de las espadas para destruirlo y a todos los Carthagan con él, sabes como muchos que los poderes oscuros son superiores que solo es cosa de saber controlarlos.
_ Pero Manthus nos envió con Curull
_Si Curull mató a Tu hermano es probable que Manthus les enviara a una trampa.
_ Por que insistes en que mi hermano esta muerto; hay!! y este maldito de dolor de cabeza, tengo una corazonada y es que mi hermano no esta muerto pero que algo tiene que ver con el Fantasma, pues el no necesita el libro para encontrar las espada pues ya posee una, tiene que haber otra razón para llevárselo y tiene relación con mi hermano por esa razón me arrojó el anillo y quiere que lo averigue.
_ Cómo era su espada…?
_Extremadamente lustrosa como jamás usada con una gema color fuego en su guarnición.
Si bien el dolor que se había apoderado de mi cabeza era insoportable no me impidió notar la preocupación en el rostro de Cadheon y el singular gesto al tomar su espada, oscura, como noche sin estrellas.
_El fantasma esta herido, eso quiere decir que es tan vulnerable como cualquiera de nosotros y como cualquiera de nosotros dejará un rastro por mas que le llamen Fantasma.
Lo que hasta ese instante no tenía claro es que él tenía mas ganas de encontrarnos a nosotros que nosotros a él por una vital razón.
Chadeon apostó hombres en la salida del paso Hai-der y juntos peinamos los pequeños bosquecillos húmedos que desfilaban como islotes entre las grietas de las montañas y no encontramos nada, el Fantasma le hacía honor a su nombre, pero lo que mas me molestaba es que yo le sentía como pegado a mi espalda.
La noche cubrió el campamento de un aroma suave como el olor de la flor de Figón en la primavera; olor a panecillos dulces, una suave neblina adormeció a los hombres, la extraña calma también mi invadió.
Un ardor que llevaba un par de días en mi cuello me obligaba a humedecer un trozo de tela y colocarlo para aplacar un poco el dolor, pero cuando la tela secaba el ardor regresaba, incómodo desperté del sopor en el que todos estaban; incluyendo los apostados de guardia, definitivamente algo raro pasaba.
Una oscura silueta se deslizó entre las sombras, la seguí y ésta se dirigió a donde Cadheon dormía; vi como se aseguraba de que durmiera profundamente mientras sigilosamente le quitaba la espada la cual Cadheon mantenía firmemente asida en su regazo como si presintiera que le sería arrebatada.
No notö mi presencia…yo tampoco la del fantasma a mi espalda.
_“No lo hagas…”_
Una voz que jamás había escuchado. Una voz que no encajaba en la escena, una mujer. Y luego, ahí, frente a mi, al que creí el misterioso fantasma volteó a verme.
No podía creerlo; el rostro de mi hermano se descubría mientras descorría la capucha de si.
_ Qué es todo esto…?
No lograba entender todo lo que veía. Mi hermano tomó la espada de Cadheon y levantándose la desenvainó. Tan solo al primer contacto con la empuñadora el ennegrecido metal se torno brillante, encendido, como recién forjada. Me asusté, más aún cuando palabras comenzaron a resonar en mi cabeza con un eco extraño, con un dolor insoportable
_Cálmate hermano mío, es solo que no recuerdas, el veneno aún esta en tu sangre…
_De qué hablas … qué está pasando?...ahhhh!!!! éste maldito dolor!!!
Mientras el dolor casi me volvía loco oí la voz de la mujer
_Thaeles, Gurgay esta aquí, nos observa… dile y muéstrale, no tienes mas tiempo, su corazón dirá.
_Hermano mío… trataste de matarme y Cadheon lo consiguió él te envenenó para controlarte y para que le ayudaras a dar con el fantasma. Curull, es ella y este es el secreto que guarda la espada.
Al instante de decir estas palabras descorrió de sí sus mantos y su pecho quedó al descubierto mostrando la mortal herida que le provoco la espada que Cadheon uso contra él y que ahora mi hermano empuñaba en su mano. Confundido grité el nombre de Cadheon para sacarlo del sopor y todos con él despertaron y a rastras fueron por sus armas. Mi hermano de pie, inmóvil, dejó ver lo que en apariencia parecía una herida abierta expuesta días, como de muerto, pero esta comenzó a tornarse fresca como si el tiempo retrocediera hasta el instante en que fue provocada, poco a poco hasta cerrar en cicatriz y desaparecer como si jamás hubiese existido. Cadheon presenció todo esto, aterrado, como si entendiera todo lo que ocurría y escucho así su sentencia.
_ Cadheon pudiste simplemente haber renunciado a ella, yo te habría dejado ir, ahora tendré que matarte, la espada lo exige por todas las vidas justas que cegaste.
El sonido de quien desenvaina espada de guerra inició todo, pero no duro mucho, Cadheon invocó el nombre de Gurgay.
Por un instante un resplandor como de fuego se desplegó por todo el lugar y algo sobrenatural pasó, la apreciación del tiempo cambió, el Fantasma, mi hermano y yo podíamos percibirlo pero para el resto de los hombres era como si el tiempo se hubiese detenido incluido Cadheon. Fue así como pudimos verle por primera vez en su forma original, Gurgay, un Cartaghan, uno de los poderosos… Uno a uno los cuerpos de los hombres a nuestro alrededor comenzaron a consumirse en fuego desde su interior, ejecutados por Gurgay, abrumados contemplábamos semejante poder y una vez mas ocurrió algo impensado, e aquí que el ser oscuro frente a nosotros sacó de entre si una espada negra que brillaba en sus relieves como bruñida hasta su máximo y aún así oscura, luego la arrojó hacia mi, clavándose de súbito a mis pies, tras aquello desapareció y un eco de macabra risa retumbó entre las piras humeantes de lo que hasta algunos instantes atrás habían sido hombres.
Marcamos el lugar con quince montículos de piedras apiladas, una por cada hombre.
Salimos de las montañas por el paso Hai-der, cabalgamos por horas sin decir una palabra.
Conforme nos íbamos alejando del lugar comencé a recordar todo, lo cual no fue muy alentador, mas tarde me enteraría como Cadheon pudo controlarme y como ingeniosamente Curull puso una pequeña espina de Huasú en mi cuello evitando que mi sangre se ennegreciera hasta la muerte.
A pesar de recordar gran parte de lo que pasó en aquellas montañas había una gran cantidad de preguntas rondando en mi cabeza.
De noche tomé la espada conmigo y me aleje del campamento, casi no noté que me había seguido. No fue necesario un preámbulo, parecía que ella conocía todas mis interrogantes y sin mediar preguntas solo dijo.
_ Se que te confunde el por qué te la entregó, por qué su oscuridad, y por qué no cambió en tu mano. Las espadas son parte del dueño que eligen, sin duda ésta es tu espada, eres tú, como tus ojos oscuros, profundos e in descifrables, imposible ver a través de ellos tu corazón, tanto tu como ella no dejan ver a simple vista si guardan algo bueno o malo…pero tu hermano puede ver claramente o por lo menos confía en ti, yo no, pude haberte matado sino hubiese sido por él. Iré un poco mas arriba, demoraré, sería bueno que hablaras con él, lo que a pasado no es fácil de asimilar de seguro tendrán mucho de que hablar.
Y me dejo allí…
Tras unos momentos fui con mi hermano, me paré frente a él y no podía decir palabra alguna, él se aproximó y me abrazó algo que hace mucho no hacíamos y simplemente lloré agradeciendo tenerlo conmigo.
Conversamos largo rato apoyados sobre una gran roca mientras la fogata ardía, no se en que momento me dormí.
Una tenue llovizna al amanecer me despertó y allí estaba, no me di cuenta en que momento llegó, era como una extraña visión, dormía bajo la llovizna y parecía que esta no la tocaba.
_Parece que la llovizna no la tocara, que extraña visión…
_Que pasa hermano…?
_Mira, esta ahí y simplemente parece que estuviera cómoda como en una plácida cama, siempre pensé que Curull era un hombre…
_ Definitivamente no es un hombre y creo que tampoco una simple mujer, Manthus debió habernos dicho.
_Si, Manthus… su espía, por qué el secreto con nosotros, Curull, el fantasma, ya no puedo decirle así, supongo que debe tener otro nombre…
_Eleann…, pueden llamarme Eleann, ese es mi nombre…
Mi hermano al instante soltó una risotada como de pequeño no escuchaba y yo me di cuenta que había adquirido el mal hábito de expresar lo que voy sintiendo en voz alta.
FIN
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